sábado, octubre 07, 2006

S.D.F. (Secretos De Familia)


(Cuento Publicado en la revista Linux+ de Octubre)


La verdad, es que Secundino, no era un nombre para un hacker. Por eso usaba el alias de Hockerback. Y si alguno llegaba a sospechar en donde vivía... Secundino, no estaba seguro de ser el mejor hacker de España, pero de lo que sí estaba seguro, pero completamente seguro, era de ser el mejor de su localidad, un “pueblino” de Cáceres de unos cientos de habitantes. Cuando cualquiera de en Internet, oía hablar de Hockerback, seguro que se imaginaba a un friki tipo Neo, en Hong Kong, Nueva York o Moscú, pero en Valdastillas... Secundino se reía mucho solo. Por eso, y por las horas que pasaba enfrente de la pantalla tenía fama de colgao. Y quién diría que un colgao de Valdastillas iba a provocar una convulsión como nun
ca se había visto a escala mundial.

En los pueblinos, no pasa desapercibida cualquier pequeña novedad. Se había visto, rondando el pequeño cementerio una furgoneta extraña, llena de tipos de ciudad. Hasta una tarde les vieron pasear por entre las tumbas, tomando notas y haciendo mediciones. Alguno les había abordado, intentando sonsacar, pero fue despachado con cajas destempladas... ¿Acaso estaba prohibido pasear por los cementerios?¿Estaban haciendo algo ilegal?. Se supo que lo mismo habían hecho por los pueblos vecinos. Y todo esto dio para muchas tardes de conversación entre chatos de vino. Hasta que se armó la marimorena. Una noche, se llenó aquello de furgonetas y de voces. Y el cementerio se iluminó como si estuvieran allí de verbena. Muchos vecinos, corrieron hacia allí, alarmados, pero el sargento de la guardia civil de la zona, con un par de números, les impidió entrar.

El propio cura y el alcalde se encararon a la autoridad.

-¿Qué cojones pasa aquí?.

-Lo siento señor alcalde. Órdenes de muy arriba. Yo no sé quienes son, ni lo que hacen estos señores, pero no se les puede molestar.

A la madrugada, cogieron las furgonetas y se marcharon a toda prisa. Y todo el pueblo entró en tropel al camposanto. Todo el mundo corría mirando de un lado a otro. Parecía estar en orden... pero no tardaron en alzarse las primeras voces.

-¡Parece como si hubieran abierto esta tumba y la hubieran vuelto a cerrar!

-¡Y esta! ¡Y esta!. ¡Y el nicho de mi abuela!.¡Y el de la señora María!. Y...

Aunque no era procedimiento normal, todo el mundo estuvo de acuerdo en abrir alguna. Y salieron a la luz, los viejos huesos, entre lágrimas y gritos de indignación por las profanaciones.

-Pues no parece que falte nadie, ni se echaba de menos nada. No lo entiendo, no lo entiendo. ¡Hay que investigar esto!. ¡Llegaremos hasta donde haga falta! - dijo el alcalde haciéndose eco del sentimiento popular.

Y al cabo de unas semanas, llegaron a una conclusión concluyente: no se podía hacer nada. A la protesta del pueblo de Valdastillas, se sumaron las de Cabrero y las de Casas del Castañar, los pueblos vecinos en donde se habían repetido los sucesos. Y tras una serie de protestas oficiales por carta, protestas en la prensa que apenas fueron mencionadas, y hasta una entrevista con el delegado del gobierno, se encontraron frente a un muro de silencio oficial. Todos los vecinos suspiraron resignados: no se podía hacer más, y al fin y al cabo, nadie se había llevado nada. Un misterio sobre el que especular las largas tardes de invierno.

¿No se podía hacer nada?. Secundino, estaba convencido de que él, no. Pero Hockerback tenía otros planes, le gustaban los retos. En primer lugar, descubrió, asombrado, que el hecho no era aislado. Lo que más le sorprendió era que se había reproducido a nivel mundial. Gente de Argentina, Inglaterra, Suecia o Rusia, denunciaba sucesos extraños en sus cementerios. Siempre de noche. Siempre gente misteriosa. Siempre hacían algo en las tumbas. Y nunca había una explicación oficial y el asunto, era desatendido por los medios de comunicación oficiales. Algo gordo estaba pasado. Pero ¿el qué?¿para qué?.

En algunos sitios, habían conseguido apuntar las matrículas de los vehículos. Primera pista. Pero tras acceder a los Direcciones Generales de Tráfico, se vio en un callejón sin salida. Esos vehículos no existía, o eran alquilados bajo nombres irreales.

Otro filón: uno de estos “hombres misteriosos” contó su experiencia en un foro argentino. Le habían sacado de su provincia, llevado a un sitio donde no conocían a nadie, para ir sacando muestras de las tumbas por las noches. ¿Muestras?. Sí, no hacían más que coger unas ínfimas partes del tejido muerto, tomar nota de los datos de las lápidas y marcharse corriendo a otro lugar. No sabían nada más. Metían todo en unas cajas herméticas y se las daban a unos misteriosos encargados. Les pagaban chévere. Pero él no lo aguantaba: al abrir las tumbas se encontraron de todo: tumbas vacías, tumbas compartidas, y lo peor, gente gente desesperada, con las uñas rotas y el terror en sus podridas caras. Era muy duro. No se aguantaba.

Lo más curioso era que el mensaje en el foro, sólo duró unos días. Algo gordo, una conspiración a nivel mundial lo amparaba. No había muchas pistas más. Cada vez que alguien hacía una mención de esto, los mensajes rápidamente desaparecían.

Hockerback no sabía qué hacer. Era como buscar una aguja en un pajar. Tenía ya muchos testimonios, hasta fotos de lo que él llamaba “los amigos de los muertos” y no tenía nada. Seguía sin saber quién estaba detrás y porqué. Era peor que buscar una aguja en un pajar, buscar en Internet era buscar una gota de agua en el mar. Pero, si toda la información la borraban... ¿porqué no poner una trampa?. Un bonito queso, a ver que ratón acudía.

Una web, truculenta y sensacionalista, sobre el tema. A ver quién acudía a borrarla. Cazar al cazador. Prepararía un servidor super-seguro, y cuando le estuvieran atacando, intentaría pillarlos. Dicho y echo. Era lo que a él le gustaba: un nuevo reto. Con la de veces que había hackeado servidores, era todo una ironía que se pusiera a investigar y realizar métodos de protección. Pero eso era sólo la primera parte. Tenía que descubrirles cuando le estuvieran mordiendo. Preparó herramientas, diseñó programas. Metió varios gusanos y troyanos dentro de los archivos de la página, convencido de que una vez descargada y borrada su web, analizarían su contenido.

Las cosas, o se hacen bien o no se hacen: le llevó meses planificar y desarrollar todo. Pero una viernes, después de dejar a sus padres en la cama ( la madre, riñéndole, como siempre, pasaba demasiadas horas delante de la pantalla) se preparó para la caza. Ya había comprado el dominio hombresmisteriosos.com. Subió su página, con las “sorpresas” que llevaban. Mediante promocionadores y diversas técnicas, la subió rápidamente en el ranking de google, y salía de las primeras al teclear lo términos “misterio”, “muertos” o “secretos”. Ahora sólo era cuestión de esperar con la escopeta cargada, dejando la oveja balar en espera del tigre.

Las horas iban pasando, a la vez que iban aumentando las visitas a la web. La verdad es que no iba mal de visitas. “Cuanto friki hay en el mundo” pensaba, cuando se encendieron todas las alarmas. Ahí estaban: alguien estaba atacando su servidor. Y de puta madre, por cierto, todo un profesional. Le acojonó la rapidez del equipo atacante. Quienes fueran, no bromeaban. Plan “B”.Decidió no defenderse y dejarse tragar: que pensaran que era una página en un servidor muy bien protegido y no delatar su presencia ahora. Si nunca le habían pillado era porque era un tío precavido, y en la web y en los códigos no había nada que pudiera hacer sospechar su identidad real. Que trabajaran los troyanos y gusanos que se llevaban consigo en los archivos.

Dejó pasar un par de horas, tomándose unas birritas y meditando. Y a la hora prevista, se acercó otra vez ansioso a la pantalla. He como un oscuro hechicero, lanzó a la red su invocación “niños, niños, venid con papá”. ¡Y ahí estaban!. Datos de servidores de sus atacantes, con todas sus características técnicas: IP, tipo y versión del sistema operativo, y hasta algunos datos arañados de los valiosos archivos de configuración para empezar a trabajar en colarse en el sistema. Esto era oro, ahora podía empezar a tirar de los hilos. Y confirmaba la más terrible sospecha. El gobierno de la más poderosa potencia mundial estaba detrás.

Le llevó semanas poder colarse en el sistema. Nunca había visto nada igual. Y todo para acceder a .... ¡¿una base de datos!?. ¿Qué significaba todo eso?. El query de la base le pedía un nombre cualquiera. Se inventó uno al azar..... El programa escupió datos sin parar..... Todo su árbol genealógico salió en un plis plas. Curioso, curioso, pero... ¿porqué era esto tan secreto?.... ¡Claro, ya está!.

Tecleó el nombre de unos presidentes de gobierno. Y salió al momento toda su genealogía con el nombre de sus verdadero padres, unos nombres que no casaban con los apellidos. ¿Pero como lo podían saber?. ¿Cómo, como?. Se le encendió una bombilla... ¡ADN!. Se estaba haciendo una historia secreta de la humanidad con el ADN. Cuando una persona está viva, es fácil cogerle una muestra sin que se de cuenta, pero cuando está muerta, hay que acudir a la tumbas. Miró detenidamente las tablas. Un trabajo impresionante. Las genealogías retrocedían cientos de años atrás, hasta donde se podían localizar restos y tumbas. Un trabajo ímprovo, increíble.

A Secundino le recorrió por la espalda una serpiente en un escalofrío. ¿De quien quería saber la verdad?.

Curiosamente, la institución en donde la herencia se supone lo más importante, era la que menos cumplía las reglas: casi todas las casas reales estaban basadas en mentiras. Como de casualidad, sólo algunos hijos correspondían de padre o de madre. Y el mundo estaba repleto de pequeños bastardillos que tenían mas derechos dinásticos que las actuales cabezas coronadas. Esto era todo una bomba. Un rey con menos derechos que muchos miles de ciudadanos , descendientes directos y secretos de una dinastía que se suponía agotada. Pero las sorpresas no habían hecho más que empezar. Casi todos lo Papas, habían tenido progenie, y sí , era cierto que había habido un Papa mujer. Había cientos de descendientes de genios que ni siquiera sospechaban de donde les venían su habilidad. Curiosa la relación de muchos de los Beatles con Mozart, o de los Rolling con Bethoven. ¡Hitler tuvo hijos secretos!. Y muchos de sus genes circulaban por las venas de políticos con bigote que campan actualmente por Europa. Había descendientes de Napoleón, Quevedo, Galileo, de reyes, de asesinos, de santos y de Papas por las esquinas. Secundino se mareaba, se echó a temblar.... esa base de datos reescribía la historia y dinamitaba la sociedad. Una sociedad hipócrita. Los locos inundarían los tribunales reclamando derechos imposibles y paralizando instituciones. Ellos se lo habían buscado. Sacó múltiples copias de la base de datos, y la colgó en una red peer to peer. Eso era un piedra que caía en la ladera de una montaña. Al momento ya había cientos de réplicas que se replicaban y copiaban en ordenadores de todo el mundo y que serían imposible de controlar.

Se levantó cansado de la pantalla. Hacia meses que no dormía lo suficiente. Se dirigió hacia la cocina y al pasar por el salón vio a sus padres y a su abuela, que veían plácidamente la tele.

-Papa, mamá ... ¿vosotros os queréis?

Los padres le miraron extrañados.

-Pero Secun... ¿que clase de pregunta es esa?. ¡Pues claro, como todo el mundo!.

Secundino abrió la nevera y se pegó un trago largo de leche directamente del tetrabric.

-Mejor no comprobar....