Le tengo miedo a dormir. No me gusta esa sensación de poco a poco ir perdiendo la consciencia, para dejar de ser tú mismo y fundirte en la nada. En una nada negra, aunque sea la cálida y suave del sueño. Me imagino que así será la muerte...
Le tengo miedo a dormir. Aunque por las mañanas, como todo el mundo, no quiero abandonar el sopor que me invade en la cama y lucho contra el despertador y el volver a tomar sentido de mi yo y mi cuerpo para reincorporarme a mi realidad diaria. ¿Será así la muerte? Como una amante de la que recelas, pero luego que cuesta abandonar.
Le tengo miedo a dormir. Por eso me gusta el sexo. El sexo a oscuras, en mitad de la noche, que empieza a duermevelas y que es como una sacudida de animal en celo. Pero lo mejor no es eso. Es dormirte después abrazado a ese cuerpo caliente a tu lado, cómplice de tu pasión y furia, desnudo, que se te ofrece como una almohada y tu lo tomas como un escudo frente al miedo, sobre el que apoyas la cabeza y duermes.
Le tengo miedo a dormir. Pero cuando siento tu presencia dormida y en paz a mi lado, no tiemblo al lanzarme al vacío, porque si tú ya estás dentro no puede ser tan malo.
Le tengo miedo a dormir. Cuando duermo no río, no lloro, no siento, no te tengo a mi lado. Cuando van a caer mis párpados una oleada de rabia los levanta de nuevo hasta que caen por fin cansados. ¿Por qué habrá inventado Dios el sueño?. ¿No le bastaba con la muerte?. Hasta que lo comprendí:
En el jardín del Edén, en la Edad Dorada, Padre-Adán y Madre-Eva no morían ni dormían. Tan solo se sentaban o tumbaban un rato para calmar la fatiga. Y cuando Dios les expulsó del paraíso y pensó "Que la Muerte Sea", una parte de su Ser, el Dios- Hijo, tuvo un escalofrió al conocer la amarga hiel que un día habría de beber. Entonces, Dios - Padre, compasivo pensó "Parece horrible, pero no es sino un regalo, cuando lo conozcan, no será tan amargo: que lo prueben todos los días".
Desde que supe esto, me da menos miedo dormir. ¡Pero no te vayas de mi lado!.