viernes, abril 28, 2006

Caperucita LA ROJA


Caperucita la ROJA

Había una vez una niña que era muy buena. Rubia, de veintipocos, largas piernas y grandes dones. Como os he dicho, era una niña muy buena. Bueno, pues esta niña era una roja. Más roja que el tomate. Más roja que el chorizo. Más roja que el pimentón picante de la Vera, que ya es ser roja. Y como en todas las manifestaciones se ponía la misma capucha, para no ser reconocida por las fuerzas de seguridad, le habían puesto el mote de Caperucita. Pues un día, se le acerca la vieja de Caperucita y le dice...”Caperucita, Caperucita, ve a llevar esta compra a casa de tu abuelita”. Entonces Caperucita, dejó la revista feminista radical que estaba leyendo, cogió su vespino y se puso en marcha .

Pero lo que no sabía Caperucita, era que la madre, había quedado con la abuelita, para que quedara con Lobo, un primo muy lejano de la familia, para ver si así se conseguía un enchufe para que trabajara su niña. Lobo, era ahora un gran empresario que había hecho fortuna con el contrabando de armas (horror), la explotación infantil (terror), y ahora, se habían metido con las inmobiliarias y con las E.T.T. (Pánico).

Bueno, pues mientras iba Caperucita camino de la casa de su abuelita, se encontró con un pijo que iba en un deportivo rojo, que le para y le dice..

-¿ Te monto, nena? O sea... en el deportivo, me refiero. Luego, donde quieras..

Caperucita flipaba con ese baboso. ¿Qué le había dicho su madre acerca de los desconocidos?

-¡¡Métete un dedo en el culo , gilipollas!!.

El Lobo adelantó a lo fantasma a Caperucita. Porque sí, amiguitos, sí. Este terrible personaje que iba asaltando a indefensas niñitas era el Lobo. El Lobo, que se dirigía a casa de la abuelita, para ver si conseguía estafar los terrenos de esa vieja loca que le había llamado, especular y ganarse así unos milloncetes.

Pero la Abuelita era vieja, pero no una idiota, así que al cabo de un rato, el Lobo, decidió que lo más fácil era atar a la vieja en el sótano, declararla demente senil, y hacerse con la tutela y el control de la propiedad. Y mientras estaba llamando por su móvil a un médico y a un juez que conocía del club de golf(os), vio llegar a lo lejos a Caperucita en su vespino..

- ¡Qué mal rollete, por el Libro Gordo de Pedrete!¿ Qué puedo hacer?-dijo Lobo. Entonces, acordándose de su época de drag- queen , decidió vestirse de abuelita y untarse la cara de Nocilla, para no ser reconocido.

- ¿Abuelita estás ahí? ¡Uf que calor hace!. Voy a ponerme cómoda quitándome la camisa.-dijo Caperucita, subiendo al dormitorio en donde estaba la supuesta abuelita.

- Si queridita. Ponte cómoda, ponte cómoda. Ven a sentarte aquí al lado de tu Lob...abuelita-.

Caperucita, se sentó en la cama.

- Qué nietecita...dice que hace calorcito,...voy a desabrocharte un poco los pantaloncitos... - dijo el Lobo muy entusiasmado.

- Abuelita, abuelita, qué ojos más grandes tienes- dijo Caperucita un poco mosca.

- Son para mirante mejor...

El Lobo andaba ahora dándole palmaditas...

- Abuelita, abuelita, qué manos tan enormes tienes...- dijo Caperucita tomándole una, mucho más mosca.

- Son para masajearte mejor... Tu abuela sabe dar unos masajitos ....- dijo el lobo mientras palmoteaba por arriba y abajo.

- Abuelita, abuelita, qué brazos tan fuertes tienes- dijo Caperucita mucho, mucho más mosqueada mientras los observaba.

- Es por el gimnasio. Y con ellos doy unos baños...¿ te apetece un baño, querida?.- decía el lobo mientras peleaba con sus vaqueros, que eran muy italianos y no querían bajar.

- Abuelita, abuelita, qué bulto más grande tienes- dijo Caperucita ya mosca del todo mientras le daba un retorcijón.

El Lobo dio un grito que ni el Pavarotti. Caperucita aprovechó la coyuntura para atarle por su punto débil, además de pies y manos y corrió a liberar a la verdadera abuelita...

Hoy, Caperucita se encuentra en Colombia, como comandante de las Fuerzas Armadas Recolucionarias. La abuelita está en Benidor, viviendo la nueva ola de revolución sexual de las Panteras Grises. ¿Y el Lobo?. El Lobo, se despertó en Marruecos, adonde lo había mandado Caperucita. Sin papeles y sin poder demostrar quién era. Está muy encobronado, y algún día conseguirá cruzar el Estrecho en patera, y entonces... se vengará del mundo refundando el GIL.

Y colorín, muy colorado , este cuento se ha acabado.

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