Jaime se puso enfrente de su ordenador para escribir una historia para su blog. Esta tarea era para él lo más importante de la semana. Le costaba esfuerzo, era duro, pero tenía la extraña necesidad de expresarse, de parir con esfuerzo y trabajo palabras que se escapaban de sus dedos, casi ajenas a él, para que cayendo una a una conformaran una historia que llenaba de plenitud todo su ser. ¿Qué podía escribir esta semana?. Deseaba escribir algo diferente, experimental, emocionante, …. Una musa sopló a su oído, y todo su cuerpo vibró a la par que su pulso se aceleraba y de su mente desaparecían todas las preocupaciones de la semana. Ya no era Jaime, era un Creador, podía crear un mundo o hacerlo desaparecer. Hoy escribiría una historia de terror, sobre él mismo. Miró a su alrededor y se fijó en la pequeña arañita que avanzaba por el cristal de la ventana. Le dio asco y repugnancia - siempre le habían desagradado las arañas- pero esta vez le sirvió como fuente de inspiración. Comenzó a escribir: “Jaime se puso enfrente de su ordenador para escribir una historia para su blog. Esta tarea era para él lo más importante…. Comenzó a escribir: “Jaime se puso enfrente…”. A la vez que escribía, veía como la pequeña araña que estaba en la ventana avanzaba hacia él”. Levantó la vista y vio con desagrado que realmente el octópodo avanzaba poco a poco en dirección suya. Escribió: “… Jaime no se atrevía a dejar de escribir, cada historia era única, y temía que si separaba sus manos del teclado la bendita inspiración que guiaba sus dedos se cortara para no volver, ya le había pasado más veces. Pero sentía un cosquilleo en la columna, que le hacía suponer que poco a poco el bicho se dirigía a su cuerpo…”. Levantó la vista, y un sudor frío inundó su cuerpo al constatar que era verdad. Había dejado la pared y se dirigía hacia él por las baldosas, como si le leyera el pensamiento. No quiso pensar y dirigió la vista a la pantalla. “ Jaime sabía que iba ahora por el suelo, poco a poco , y que si miraba hacia su pernera vería como se introducía por ella sin que se atreviera a mover un solo músculo, petrificado por el terror”. Sintió como unas pequeñas patas subían por sus tobillos, y que cada pelo de su cuerpo se erizaba de miedo al sentir el tacto áspero de la araña que poco a poco seguía escalando por debajo de su pantalón. “Sabía donde iba: iba a su ombligo!. Lo perforaría para introducirse en su interior e ir comiendo sus entrañas y depositar allí los huevos de su progenie, que se desparramaría por su intestino”. Jaime estaba sollozando, había perdido todo atisbo de razón y sentía a su pequeño verdugo ganar milímetro a milímetro la puerta hacia su tortura. Intentó con todas sus fuerzas moverse ¡no podía!. Tan solo sus dedos tenían movimiento, escribían frenéticos en el teclado del ordenador, mientras la pantalla le contaba la historia de su propio fin. “Las teclas cantaban la historia rápidamente, casi sin que posara sus dedos. No era él quien escribía, por primera vez en su vida se dio cuenta de que todos sus actos, todos sus pensamientos, eran parte de una historia que alguien escribía sobre él. Y ese alguien había decidido matarle en una pesadilla”. Jaime sintió las cosquillas de las peludas patas en la boca de su ombligo y cómo poco a poco la araña se metía en su interior a su través. ¡Dios mío, es el…
…Fín
1 comentario:
MMMMM, interesante!
Un besiño
Publicar un comentario